Foto: David Larrosa, 10 años

martes, 5 de marzo de 2013

POTAGIA



   De vez en cuando el mago se equivoca. Espera sacar un ramo de flores, pero aparece un manojo de espárragos. No se inmuta; es un artista, y rápidamente incorpora la novedad al espectáculo. 
   Finge meterse un pañuelo en la boca y, cuando va a tirar de él, brota una ristra de salchichas. El público aplaude enfervorecido su originalidad. 
   Nadie sospecha que la patata que hace flotar en el aire, por encima de su cabeza, es un imprevisto. 
   Daisy, su ayudante, lo riñe de vuelta a casa:
   -¿Cómo es posible que no sepas de dónde salen esas cosas?
   El mago no lo sabe. Improvisa. Para esta noche, por ejemplo, tiene dos finales posibles: uno, cenan salchichas; dos, guarda a Daisy en el cajón de serrar ayudantes y amanece muñeca hinchable. Sin embargo, como su problema es la indecisión, no hace ni lo uno ni lo otro. (Daisy no sabe la suerte que tiene.)
   A veces el mago se pregunta por qué a ella le molesta tanto que el público le acepte como es. Daisy dice que defiende un principio de honestidad. Él, que tal vez sea un verdadero mago.